LOS GÉNEROS Y LA POLÍTICA
Hace tiempo que se ha denostado la lucha de lo femenino (valga la paradoja del masculino) tanto sea por la violencia de género (escuchada y manoseada hasta el cansancio) como por la simple lucha ling¨´istica. Hace unos años, una directora de estudios pasaba masivamente un correo, supuestamente apoyado y promovido por la Real Academia Española (RAE) que satirizaba el uso del femenino seguido del masculino. Debemos decir que no es algo menor. Para empezar, cruzaban nombres sin firmas, muy fácil es poner en boca de otros. Pero, si así fuera, deberíamos recordar que "madre patria" es sólo una expresión bastante discutible, que la RAE acuerda con las academias de toda las naciones SOBERANAS de habla hispana y no habla solo por ella (muchas de esas naciones han peleado por su bilingüismo y hoy es una realidad). Por lo cual, tras de este error, le sumamos la acusación a un determinado político o política (ji) la responsabilidad sobre el cambio de género en las palabras. Interesante sería , también, bucear en la Declaración de los Derechos del Niño: en español debió traducirse "del niño y de la niña" pero, para qué, si se entiende. Hay que ahorrar, o convertirse en internauta, para ahorrar letras a la hora de nombrarnos como ell@s...
Comienzo con la transcripción para discutir del material de otro internauta, que en su momento sometí a colegas y alumnos. Las reacciones fueron muy diversas. Llama la atención. De paso miramos otras palabras y su uso.
Error. “Presidente” es el antiguo participo activo del verbo “presidir”. Pero no se forma con la raíz de este y el participio activo de “ser”, sino con dicha raíz y el sufijo “-nte”, definido por el DRAE de la siguiente manera: “-nte. 1. suf. Forma adjetivos verbales, llamados tradicionalmente participios activos. Toma la forma -ante cuando el verbo base es de la primera conjugación, -ente o -iente, si es de la segunda o tercera. Significa 'que ejecuta la acción expresada por la base'. Agobiante, veraneante, absorbente, dirigente, dependiente, crujiente. Muchos de estos adjetivos suelen sustantivarse, y algunos se han lexicalizado como sustantivos y han generado, a veces, una forma femenina en -nta. Dirigente, dependiente, dependienta”.
Los participios activos, como se ve, son adjetivos, pero muchos se sustantivan y actúan como sustantivos. Cuando se refieren a persona asumen el género correspondiente al sexo de la persona que mencionan: “dependiente, dependienta”; “asistente, asistenta”; “intendente, intendenta”... Por tanto, si la acción de “presidir” es ejercida por un varón, se le llama “presidente”; pero si es por una mujer, se dice “presidenta”.
Ahora bien, “presidente”, por su terminación en “e” permite que se le aplique también, opcionalmente, el género común, el que se usa indistintamente para varón y hembra. De ahí que sea tan válido decir “el presidente” o “la presidente”, como “el presidente” o “la presidenta”. La tendencia mayoritaria es a usar el femenino, forma que terminará por generalizarse.
No es cierto que “ente” sea participio activo del verbo “ser”, aunque en su evolución etimológica, “ente”, que es de origen latino, tuviese relación con “on, ontis”, participio del verbo ser en Griego. En Castellano el participio activo de “ser”, hoy en desuso, es “eseyente”. Su desuso es tal, que puede decirse que el verbo “ser” no tiene participio activo.
La palabra
Alexis Márquez Rodríguez
MEOLLO
Son comunes frases como “El meollo está en la actitud de los electores”. O también: “He ahí el meollo de la cuestión”. La palabra “meollo” se refiere a lo sustancial, lo más importante de algo. “Meollo” equivale a “mèdula” o “medula”, que de las dos maneras puede decirse y ambas aparecen en el DRAE. “Meollo” es sinónimo de “quid”, que también suele usarse en frases como las arriba enunciadas: “Veamos cuál es el quid del asunto”; “He ahí el quid de la cuestión”. Esta última palabra se pronuncia “cuid” o “kid”.
Según el DRAE “meollo” significa: “1. m. seso (‖ masa contenida en el cráneo). 2. m. médula (‖ sustancia interior de los huesos). 3. m. fondo (‖ lo principal y esencial de algo). 4. m. Juicio o entendimiento”. Esta palabra deriva del vocablo “medullum”, del Latín vulgar, tomada del Latín culto “medula”. Originalmente se pronunció “medula”, grave o llana, y a partir del siglo XVII empezó a usarse como esdrújula, “médula”, que aunque se tuvo como irregular, terminó por imponerse.
En cuanto a “quid”, el DRAE registra: “1. m. Esencia, punto más importante o porqué de una cosa. (…)”. Se origina en la palabra “quid”, que significa “qué cosa”. Originariamente “quid” se usaba sólo en el ámbito de la filosofía, pero con el tiempo el uso fue imponiendo un significado más general, referente a cualquier asunto que no sea de carácter material.
La palabra
Alexis Márquez Rodríguez
ANZOATIGUENSE / ANZOATEGUIENSE
Muchas veces he hablado y escrito sobre el gentilicio de los oriundos del Estado Anzoátegui. La última fue hace dos semanas. Todas he dicho que el gentilicio natural, de acuerdo con las normas de la derivación del Castellano, es “anzoatiguense”. Sin embargo, algunas personas persisten en decir que es “anzoateguiense”, porque el nombre del estado es Anzoátegui, y no Anzoátigue.
Están equivocados. Insisto en que el gentilicio de un lugar es el que sus habitantes deciden, y no el que caprichosamente se quiera imponer. Pero al formarse el gentilicio, como en todo derivado, rigen ciertas normas fonéticas.
Recientemente recibí un mensaje de un amable lector, quien, después de advertirme que él es profesor de Castellano, dice lo siguiente: “enseño a mis alumnos que el Gentilicio (sic) de los habitantes del Estado Anzoátegui es "Anzoateguiense" y no Anzoatiguense como dicen y escriben la mayoría inclusive en los periódicos. Creo que algún día la academia (sic) acepte "Anzoatiguense" A pesar de que el estado es "Anzoátegui" y no "Anzoátigue". Tal vez el uso tan repetido por la mayoría la Academia acepte tal gentilicio (sic). Espero una respuesta”.
El colega profesor está equivocado. En el caso de “anzoatiguense” no se trata de que el nombre del que deriva sea Anzoátegui, por lo que debiera ser “anzoateguiense”. En “anzoatiguense” la raíz es “anzoat-”, a la cual se agrega el sufijo “-iguense”. No estamos ante una deformación del nombre primitivo, sino de la formación de un derivado según las normas fonéticas de ese fenómeno. En los gentilicios lo común es que no esté completo el nombre del que derivan, salvo excepciones. El gentilicio de los nativos de Venezuela no es “venezuelano”, sino “venezolano”; ni el de Coro es “coroano”, sino “coriano”, con debilitamiento de la vocal “o”, hasta convertirla en “i”. Ni el de los nativos en España es “españaoles”, sino “españoles”. Y así sucesivamente.
No obstante, “anzoateguiense”, pese a su artificialidad, es un derivado formado apropiadamente. Y como tal la Real Academia Española lo aceptó desde hace tiempo, y aparece registrado en el DRAE desde su edición de 1984. En la 22ª edición también aparece “anzoatiguense”.
LA LETRA “W”.
Recientemente un amable lector quiso enmendarme la plana, diciéndome que yo estaba equivocado al señalar que el alfabeto castellano tiene 29 letras, pues, según él, la “w” no pertenece a nuestro idioma.
Aunque, a petición suya, le respondí directamente, cosa que no acostumbro, creo conveniente hacer pública la respuesta, pues el error puede ser también de muchas otras personas. En efecto, muchos creen que la “w” es letra propia del Inglés, y extraña al Castellano.
Tal idea está equivocada. El DRAE define la “w” de la siguiente manera: “Vigésima sexta letra del idioma español, y vigésima tercera del orden latino internacional, usada en voces de procedencia extranjera. (…)”. Nada más claro y concluyente. Si el amable lector hubiese consultado el diccionario antes de escribirme, se hubiese ahorrado la molestia y mi corrección.
y un detalle sobre el Registro de nombres...
Durante el siglo XX, las distintas consideraciones acerca de la naturaleza del género
Hace tiempo que se ha denostado la lucha de lo femenino (valga la paradoja del masculino) tanto sea por la violencia de género (escuchada y manoseada hasta el cansancio) como por la simple lucha ling¨´istica. Hace unos años, una directora de estudios pasaba masivamente un correo, supuestamente apoyado y promovido por la Real Academia Española (RAE) que satirizaba el uso del femenino seguido del masculino. Debemos decir que no es algo menor. Para empezar, cruzaban nombres sin firmas, muy fácil es poner en boca de otros. Pero, si así fuera, deberíamos recordar que "madre patria" es sólo una expresión bastante discutible, que la RAE acuerda con las academias de toda las naciones SOBERANAS de habla hispana y no habla solo por ella (muchas de esas naciones han peleado por su bilingüismo y hoy es una realidad). Por lo cual, tras de este error, le sumamos la acusación a un determinado político o política (ji) la responsabilidad sobre el cambio de género en las palabras. Interesante sería , también, bucear en la Declaración de los Derechos del Niño: en español debió traducirse "del niño y de la niña" pero, para qué, si se entiende. Hay que ahorrar, o convertirse en internauta, para ahorrar letras a la hora de nombrarnos como ell@s...
Comienzo con la transcripción para discutir del material de otro internauta, que en su momento sometí a colegas y alumnos. Las reacciones fueron muy diversas. Llama la atención. De paso miramos otras palabras y su uso.
PRESIDENTE O PRESIDENTA... SI ANTES LA CULPA LA TENÍA LA HUMEDAD AHORA LA TIENE...
La palabra
Presidente/Presidenta
Alexis Márquez RodríguezLunes, 1 de diciembre de 2008
Circula por INTERNET una nota sobre el femenino de “presidente” que crea confusión. Dice que “presidente” no tiene femenino, y condena el uso de “presidenta”. El argumento es que “presidente” es el participio activo de “presidir”, y que se forma con la raíz de dicho verbo, “presid-” más el también participio pasivo de “ser”, que sería “ente”.Error. “Presidente” es el antiguo participo activo del verbo “presidir”. Pero no se forma con la raíz de este y el participio activo de “ser”, sino con dicha raíz y el sufijo “-nte”, definido por el DRAE de la siguiente manera: “-nte. 1. suf. Forma adjetivos verbales, llamados tradicionalmente participios activos. Toma la forma -ante cuando el verbo base es de la primera conjugación, -ente o -iente, si es de la segunda o tercera. Significa 'que ejecuta la acción expresada por la base'. Agobiante, veraneante, absorbente, dirigente, dependiente, crujiente. Muchos de estos adjetivos suelen sustantivarse, y algunos se han lexicalizado como sustantivos y han generado, a veces, una forma femenina en -nta. Dirigente, dependiente, dependienta”.
Los participios activos, como se ve, son adjetivos, pero muchos se sustantivan y actúan como sustantivos. Cuando se refieren a persona asumen el género correspondiente al sexo de la persona que mencionan: “dependiente, dependienta”; “asistente, asistenta”; “intendente, intendenta”... Por tanto, si la acción de “presidir” es ejercida por un varón, se le llama “presidente”; pero si es por una mujer, se dice “presidenta”.
Ahora bien, “presidente”, por su terminación en “e” permite que se le aplique también, opcionalmente, el género común, el que se usa indistintamente para varón y hembra. De ahí que sea tan válido decir “el presidente” o “la presidente”, como “el presidente” o “la presidenta”. La tendencia mayoritaria es a usar el femenino, forma que terminará por generalizarse.
No es cierto que “ente” sea participio activo del verbo “ser”, aunque en su evolución etimológica, “ente”, que es de origen latino, tuviese relación con “on, ontis”, participio del verbo ser en Griego. En Castellano el participio activo de “ser”, hoy en desuso, es “eseyente”. Su desuso es tal, que puede decirse que el verbo “ser” no tiene participio activo.
La palabra
Alexis Márquez Rodríguez
MEOLLO
Son comunes frases como “El meollo está en la actitud de los electores”. O también: “He ahí el meollo de la cuestión”. La palabra “meollo” se refiere a lo sustancial, lo más importante de algo. “Meollo” equivale a “mèdula” o “medula”, que de las dos maneras puede decirse y ambas aparecen en el DRAE. “Meollo” es sinónimo de “quid”, que también suele usarse en frases como las arriba enunciadas: “Veamos cuál es el quid del asunto”; “He ahí el quid de la cuestión”. Esta última palabra se pronuncia “cuid” o “kid”.
Según el DRAE “meollo” significa: “1. m. seso (‖ masa contenida en el cráneo). 2. m. médula (‖ sustancia interior de los huesos). 3. m. fondo (‖ lo principal y esencial de algo). 4. m. Juicio o entendimiento”. Esta palabra deriva del vocablo “medullum”, del Latín vulgar, tomada del Latín culto “medula”. Originalmente se pronunció “medula”, grave o llana, y a partir del siglo XVII empezó a usarse como esdrújula, “médula”, que aunque se tuvo como irregular, terminó por imponerse.
En cuanto a “quid”, el DRAE registra: “1. m. Esencia, punto más importante o porqué de una cosa. (…)”. Se origina en la palabra “quid”, que significa “qué cosa”. Originariamente “quid” se usaba sólo en el ámbito de la filosofía, pero con el tiempo el uso fue imponiendo un significado más general, referente a cualquier asunto que no sea de carácter material.
La palabra
Alexis Márquez Rodríguez
ANZOATIGUENSE / ANZOATEGUIENSE
Muchas veces he hablado y escrito sobre el gentilicio de los oriundos del Estado Anzoátegui. La última fue hace dos semanas. Todas he dicho que el gentilicio natural, de acuerdo con las normas de la derivación del Castellano, es “anzoatiguense”. Sin embargo, algunas personas persisten en decir que es “anzoateguiense”, porque el nombre del estado es Anzoátegui, y no Anzoátigue.
Están equivocados. Insisto en que el gentilicio de un lugar es el que sus habitantes deciden, y no el que caprichosamente se quiera imponer. Pero al formarse el gentilicio, como en todo derivado, rigen ciertas normas fonéticas.
Recientemente recibí un mensaje de un amable lector, quien, después de advertirme que él es profesor de Castellano, dice lo siguiente: “enseño a mis alumnos que el Gentilicio (sic) de los habitantes del Estado Anzoátegui es "Anzoateguiense" y no Anzoatiguense como dicen y escriben la mayoría inclusive en los periódicos. Creo que algún día la academia (sic) acepte "Anzoatiguense" A pesar de que el estado es "Anzoátegui" y no "Anzoátigue". Tal vez el uso tan repetido por la mayoría la Academia acepte tal gentilicio (sic). Espero una respuesta”.
El colega profesor está equivocado. En el caso de “anzoatiguense” no se trata de que el nombre del que deriva sea Anzoátegui, por lo que debiera ser “anzoateguiense”. En “anzoatiguense” la raíz es “anzoat-”, a la cual se agrega el sufijo “-iguense”. No estamos ante una deformación del nombre primitivo, sino de la formación de un derivado según las normas fonéticas de ese fenómeno. En los gentilicios lo común es que no esté completo el nombre del que derivan, salvo excepciones. El gentilicio de los nativos de Venezuela no es “venezuelano”, sino “venezolano”; ni el de Coro es “coroano”, sino “coriano”, con debilitamiento de la vocal “o”, hasta convertirla en “i”. Ni el de los nativos en España es “españaoles”, sino “españoles”. Y así sucesivamente.
No obstante, “anzoateguiense”, pese a su artificialidad, es un derivado formado apropiadamente. Y como tal la Real Academia Española lo aceptó desde hace tiempo, y aparece registrado en el DRAE desde su edición de 1984. En la 22ª edición también aparece “anzoatiguense”.
LA LETRA “W”.
Recientemente un amable lector quiso enmendarme la plana, diciéndome que yo estaba equivocado al señalar que el alfabeto castellano tiene 29 letras, pues, según él, la “w” no pertenece a nuestro idioma.
Aunque, a petición suya, le respondí directamente, cosa que no acostumbro, creo conveniente hacer pública la respuesta, pues el error puede ser también de muchas otras personas. En efecto, muchos creen que la “w” es letra propia del Inglés, y extraña al Castellano.
Tal idea está equivocada. El DRAE define la “w” de la siguiente manera: “Vigésima sexta letra del idioma español, y vigésima tercera del orden latino internacional, usada en voces de procedencia extranjera. (…)”. Nada más claro y concluyente. Si el amable lector hubiese consultado el diccionario antes de escribirme, se hubiese ahorrado la molestia y mi corrección.
MANUAL DEL LENGUAJE SEXISTA EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Es normal que se diga que estos manuales han sido recientemente inventados. Lo cierto es que no , llevan muchos años. De la misma manera en que el Registro Civil deja escrita normas obsoletas como "Los apellidos se escriben en mayúscula y no llevan tilde". En primer lugar, la mayúscula lleva tilde hace años, incluso en los ordenadores o PC. En segundo lugar, no habría excusa para eliminar el acento escrito en la mayúscula de imprenta manuscrita porque no somos viejas máquinas de escribir que no podemos acomodarnos. El Registro Civil , al menos en su versión en la Ciudad de Buenos Aires, especifica que se colocarán los acentos de los nombres de pila cuando los padres los solicitaren. Es decir, si usted no tiene su nombre o apellido tildado, no significa que no lo debería llevar, nadie lo pidió. Y si su documento de identidad difiere de otras documentaciones...MAMA MÍA, usted puede no ser usted.
Aquí un fragmento del manual y la dirección que, esperemos, permanezca por mucho tiempo:
Manual de lenguaje administrativo no sexista
y un detalle sobre el Registro de nombres...
Durante el siglo XX, las distintas consideraciones acerca de la naturaleza del género
han girado en torno a la distinción de si es una categoría significativa o gramatical;
es decir, si posee un valor semántico o sintáctico. Pero, dado el objetivo de este trabajo y su carácter esencialmente práctico, no creemos oportuno, ni necesario, detenernos en analizar los diferentes criterios que se han seguido a la hora de definir el concepto de género. Por lo que nos limitaremos a señalar que la caracterización más general del género en nuestra lengua es la que se basa en el punto de vista gramatical. Esto es, en la actualidad, la Academia y la mayoría de los lingüistas han prescindido de la referencia al aspecto sexual y han utilizado un criterio estrictamente gramatical; de esta forma, consideran que el género es una categoría sintáctica
que responde a circunstancias de la lengua; es un hecho gramatical inherente a la palabra que clasifica los nombres en masculinos y femeninos, lo que permite establecer la concordancia con los demás elementos de la oración. Como tal categoría, no se asocia a ningún tipo de realidad extralingüística.
http://www.ucm.es/cont/descargas/documento5682.pdf Este es del 2002 y pertenece a Málaga, en España.
LA REAL ACADEMIA y las exageraciones periodísticas
Este es un artículo publicado en Clarín, vean su título y cuántos apellidos figuran en el cuestionamiento. Es cierto que algunos de esta academia tomaron esta postura, pero no fueron todos. Y, además, es solo la Real Academia de España, no hablamos de nuestras Academias, que muchos periodistas pasan por alto, mostrando sólo el prestigio de la RAE. Pero comunicar es más bien vender,¿no?
La Real Academia cuestionó las guías de “lenguaje no sexista”
Marzo 6, 2012 | Sección: Artículos de interés
Dice que no reflejan la realidad. Y que si se aplicaran
sus recomendaciones, “no se podría hablar”. De que la lengua española, como
tantas otras, tiene tintes sexistas, no hay dudas, pero ¿es necesaria la
elaboración de nuevas normas que terminen con las diferencias, a nivel
gramatical y léxico, entre hombres y mujeres? La polémica está servida desde que
el Pleno de la Real Academia Española aprobara, en los últimos días, el informe
“Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el
que el académico Ignacio Bosque critica las directrices contenidas en algunas de
las guías sobre lenguaje no sexista publicadas por diferentes instituciones
españolas en los últimos años, alegando que “su aceptación haría la comunicación
imposible, y que “atentan contra aspectos léxicos y gramaticales firmemente
asentados en nuestro sistema lingüístico”.
A pesar de sus reparos, Bosque no deja de admitir
el “loable objetivo de estas guías”, que pretenden “contribuir a la emancipación
de la mujer y a su igualdad con el hombre en todos los ámbitos”, pero añade
después que no hay ninguna necesidad de “forzar las estructuras lingüísticas
para que sean un espejo de la realidad” ni de “impulsar políticas que separen el
lenguaje oficial del real”.
Con sus normas, las guías buscan que se sancione
una legislación que propugne la abolición de un lenguaje sexista en la
administración pública.
Entre las cosas que más preocupa a los hacedores
de estos manuales está el uso del género masculino como genérico, para nombrar a
varones y mujeres. Esto, sostienen, resta visibilidad a la mujer. Se propone,
por ejemplo, hablar de “la ciudadanía” y no de “todos los ciudadanos”; referirse
al “alumnado”, y no a “todos los alumnos”.
En nuestro país, hay opiniones diversas. La
escritora Luisa Valenzuela dijo a Clarín que es importante que el lenguaje se
deshaga de estas marcas, que invisibilizan a las mujeres. “Lo que no se nombra
no existe”, declaró. Por su parte, el escritor Pablo de Santis, calificó de
“exagerada” la necesidad de marcar el lenguaje, y señaló que “las
reivindicaciones a favor de la mujer han de hacerse desde otro ámbito”.
La investigadora de género de la UBA, Diana
Maffía, consideró que “hay que luchar por la igualdad desde todos los ámbitos y
con todas las herramientas”, y señaló al lenguaje como una de las más
poderosas.
En la República Argentina, distintos proyectos de
ley han tratado de llevar al uso de un lenguaje más justo e igualitario. En 2008
se proyectó una Ley de utilización de lenguaje no sexista en la administración
pública, que no llegó a ser sancionada, volviendo la iniciativa a la palestra en
2011.
Inti María Tidball-Binz, curadora de arte y líder
en el país de la organización internacional Hollaback, abocada a eliminar el uso
del lenguaje sexista en las calles, señaló que “usamos un lenguaje que excluye a
mucha gente, y eso tiene que cambiar”. Afirmó estar de acuerdo en el uso de un
lenguaje igualitario y señaló como primera necesidad “sentarse a discutir el
tema”. “Es algo muy complejo, añadió, pero no podemos cerrarnos a las nuevas
formas de expresión, el lenguaje va cambiando con el uso”.
Todavía está por ver si la lengua hace al hombre
(y a la mujer), o si son el hombre (y la mujer), quienes hacen la
lengua.
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